Las quiero
Este capítulo está dedicado a muchas personitas... a Daniela Cuesta, una amiga que mantiene pendiente de este blog :') y Alexandra Peña, amiga twilightgirl y MarioCasasGirl xD. a Nicole Ayala, otra gran seguidora de este blog... las tres insistentes por Facebook
cx
A Mariana Pérez, THNL...
porque es una gran chica, mi primera seguidora, una gran ayuda...y una super persona
Te quiero Hermanita xD
A Laura Suárez
Mi amiga dilematica... te adoro....eres una super chica y estoy segura que superarás todo lo que esta pasandote... te adoro peque loca... mua!!
Esta bien,, sin más preámbulos...El capítulo 31
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Pov Mackenzie.
Me encerré
en mi mazmorra personal, con una pequeña a cama a destrozarse. Sollocé. No
sabía si era que alguien me ayudaba o era alguna broma privada de alguien, pero
era la única de mi especie que tenía consciencia, la única que recordaba su
pasada vida.
-¡Mierda!
¡Mierda!-lancé un puñetazo a una de las cuatro paredes de granito desgastado.
Los trozos de granito se dispersaron por el área tras el impacto de mi puño.
Ahora era más fuerte. -¿Tenías que escuchar a Baltharck?-La imagen de Nate
sangrando por mi culpa me carcomía por dentro. Le amaba y haberlo lastimado me
causaba un gran dolor en el pecho, donde mi corazón había dejado de latir pero
donde mis sentimientos aún permanecían latentes-¡Tenías que huir! ¡Tenías solo
que olerme para saber que había algo distinto en mí! ¡Te di la estúpida posibilidad de que te
fueras antes de lastimarte y solo me hiciste caso! -le hablé al cuarto vacío,
más bien le gritaba al cuarto vacío-¡¿Porqué?! ¡¿POR QUÉ?! ¡Joder!-Di otro
puñetazo a la pared, esta vez hice un verdadero daño.
Llamaron a
la puerta, me tensé calculando los pasos y si alguien había escuchado mis
potentes quejidos o los golpes desesperados, si Baalth u otro de mi especie se
daba cuenta sería mi condena.
-¿Si?-pregunté
estresada
-¿Mack,
cielo?-era la voz de Gabriel-Déjame pasar…
-Entra-gruñí.
La puerta se abrió, la gélida y amarga presencia de Gabriel ya no me daba
temor, lo había superado, era la única con consciencia y la única que lo había
superado. Era extraño. Yo era la única que no le temía a Gabriel o todos los
demás “colmillos largos” como les llamaba Yerón cuando no estaban ninguno de
ellos, sería su condena de muerte si lo escuchaban hacer la clase de chistes
que hacía en el almuerzo. Mi especie no era revelada por las que se hacían
llamar nuestras madres—creadoras—amas. Dos viles mujeres que le deseaban todo
el mal que se les pasara por la cabeza hacia mi hermana. O mi casi hermana.
Molly. La comida no era para nada rica o solo yo la veía asquerosa, era sangre
de niño. Algo repulsivo y terrorífico. Imaginarme como le habían quitado la
vida a un niño hechicero para alimentarnos… me daba nauseas de solo pensarlo.
-Mack mi
pequeña…-su voz socarrona y su sonrisa torcida hacían suspirar a muchas tanto
de su especie como de la mía, muchos decían que era él quien tenía el
privilegio de estar en el lecho de la “ama” vampira y darle placer. Algo
asqueroso si me preguntaban. -¿Cómo te ha ido?
-Bastante
mal como para alegrarte la noche-sonrió ante mi comentario.
-Ah. Eres
muy rebelde. No me vayas a obligar a poner mi mano en tu cabecita y ahogarte en
la inconsciencia-su voz aunque dulce traía un deje hostil que causaba terror
entre mi raza.
Puse los ojos en blanco
-Como
tantas otras veces que lo has hecho. Dile a Andralina o Skipper eso y ellas se
arrodillaran implorando piedad, conmigo no funciona, hace rato que dejo de
funcionar-en realidad era lo que más me gustaba que me dejarán inconsciente,
aunque sonara horrible, era la única forma de escapar del mundo y las reglas a
las que estaba sometida, sabiendo que en otro lugar era libre y…buena.
-Ah.
Definitivamente, eres mi caballo favorito.
Hermosa, indomable y rebelde.
-No soy
ningún caballo Gabriel, soy algo más, que tú y tus amas no quieren
decirnos a mí y a mi especie.
-Querrás
decir nuestras amas y es para que no se formen líos pequeña, creo que tu
especie no lo entiende.
-Pero yo…si
soy capaz de entender-le sonreí seductoramente y él me devolvió la sonrisa
-Esa es la
actitud, sacar información a pesar de cualquier circunstancia. Pero, tic. Lo
siento, conmigo no funcionará, yo te considero un animal no una mujer.
-Lo sé
idiota ¡Ay, no!-temí sarcásticamente-¿Me vas a ahogar en la inconsciencia
Gabriel?-hice pucheros y él sonrió.
-Tengo un
pequeño trabajo para ti Mackenzie, uno bastante divertido…te lo puedo
asegurar-sus ojos brillaron con crueldad plasmada. Algo no olía bien entre todo
lo que me decía pero lo seguí.
Bajamos las
escaleras de las mazmorras con agilidad. Él iba adelante con sus graciosos
pasos y su sonrisa de odio hacia nuestra especie. Todos lo miraban como si
fuera el segundo al mando o yo que sé. Aquello me desconcertaba, no entendía
porque todos le temían, estaba segurísima que muy dentro de él, Gabriel temía
de nosotros. Si nos uníamos…tal vez…
Una extraña
voz me despertó de mis cavilaciones internas.
-¿Qué haces
con Mackenzie, Gabriel?-preguntó aquella: “colmillos largos” la cual torturaba
por gusto a mi pequeño grupo de amigas… éramos Skipper, Andralina, Vanessya,
Lucyll y yo. Y de todas, yo era la
única que no me dejaba de aquella rubia despiadada. Sus ojos color violeta
demostraban celos, celos de mí. Estúpidos. Pero celos.
-No te
importa.
-Por
supuesto que me importa, amor.
-Vale, la
llevo a hacer un trabajo para moldear su rebeldía. Así atenderá a lo que le
informo. Si ve que lo que hacemos es real y de importancia, no intentará
hacerse la rebelde nuevamente-Perongut, sonrió con sus colmillos a la vista.
-Ah, vale.
Por un momento pensé que la llevarías a nuestro lecho.
-No, no lo
haré. Y no por ti, ese no es nuestro lecho, es mío. Y puedo llevar a quien se
me antoje, no me provoques Perongut, no estoy de humor para payasadas como la
tuya.
-Yo creo,
Gabriel, que Perongut debe saber lo nuestro-la provoqué. Él me sonrió.
-Me encanta
tu mente retorcida Mackenzie, ahora deja las torpezas por un rato y camina o te
muerdo. –Cuando pasé por el lado de ella me siseó con rabia y yo me reí, seguí
a mi jefe, mi mentor o yo que sé, hacia una parte oscura, donde no había estado
antes.
-¡Mackenzie!
–me llamó Baltharck.
-Aléjate
monstruo asqueroso, la llevo a una pequeña misión, largo.-le dijo Gabriel, miré
a Baltharck con las cejas fruncidas, odiaba lo que le había hecho y lo que me
había hecho hacerle a Nate. Baalth le hizo una pequeña reverencia a Gabriel y
se desplazó con rapidez por los pasillos, lo perdí de vista. Menos mal, no
sabía si era capaz de retener mi odio un poco más.
Llegamos a
las celdas. Fruncí el ceño.
-¿Qué
hacemos aquí?
-Te
necesito para un trabajo importante.
-¿De qué
trabajo estamos hablando Gabriel?
-Torturar…torturar
al enemigo-me quedé pasmada por medio segundo. Las puertas se abrieron con
trémulo-Camina.-le hice caso. Dentro de la celda, había dos hombres con jeans
desgastados y encadenados. Mi Nate estaba…devastado. Mi corazón se partió en
mil pedazos-Buenas noche, prisioneros.
-Ahórrate
los halagos, Gabriel. Haz tu trabajo-le indicó James.
-No me
trates de tú a tú…imbécil. Deja las groserías o te irá peor, y no es contigo
hoy, es con tu compañero de celda. El lobo rebelde que no desea ser parte de
nosotros.
-Por favor,
él no tiene nada de información, no tienes por qué lastimarlo.
-No me des
sabios consejos. No me hacen falta, sabes que me dijo mi madre…que siempre le
hiciera caso a mi instinto, ese instinto me llevó a este putrefacto castillo,
mandado por dos reinas, de las cuales una de ellas me utiliza… así que no creo
en nadie.
Nate me
miró con ojos sin brillo. Quise llorar. Sí, era el sentimiento tan fuerte que
me embargaba.
-Hoolduck,
desata al lobo rebelde y ponlo en la mesa de muerte-Eso no iba bien.
-Si mi
señor.-Hoolduck se acercó a Nate, lo tomé casi imperceptible del brazo.
-No-le
imploré, me miró con extrañeza.
-¿Pasa algo
Mack?-me preguntó Gabriel. Negué con la cabeza, tenía un nudo en la garganta,
no quería hablar. Hoolduck gruñó con rabia cuando Nate intentó escapar y lo
llevó con brutalidad hacia la mesa.
Media hora,
media hora, fue lo que duró la tortura a Nate. Cada látigo que impactaba contra
el cuerpo de él me estregaba en la cara que yo era quien lo había entregado.
Una lágrima se desplazó por mi mejilla. James Luckwood me miró con frialdad.
-Mack,
cariño-comenzó Gabriel. Vil monstruo.-Tienes que saborear cada impacto y no
como si fuera una cicatriz en la piel sino en el alma.
-La verdad
es que eso no cambiará mi actitud rebelde-en
cambio la incrementará. Idiota~ Pensé.
-Ah, Mack.
Como digas. Ya suéltalo Hoolduck, no quiero sangre en mi traje nuevo-Mis puños
se cerraron con los nudillos rojos.
-Te aseguro
que eso solo me demostró lo poco capaz que eres de hacer tus propias torturas.
Necesitas ayuda porque eres un débil vampiro-James Luckwood se rió de mi
chiste. Gabriel mostró sus colmillos y chocó su mano contra mi cuello, me
impactó contra la fría piedra de la pared.
-Mackenzie,
te he dado más que suficientes…posibilidades.
-Tal vez
porque me tienes miedo-su mano se encerró más entorno a mi cuello.
-O tal vez
porque siento compasión por tu cuerpo. Tú frágil y rompible cuerpo.-Alzó una
ceja con una sonrisa en el rostro.
-Tienes
razón, mi frágil y rompible cuerpo, pero…otros como yo, unidos, hacemos
diferencia-Su mano disminuyó la presión entorno a mi cuello.
-¿A qué
estás jugando Mack?
-¿Yo? A
nada.-Solo te advierto que no te metas
con Nate, imbécil.
-Está bien,
vamos a tu mazmorra, has visto suficiente por hoy-Y por siempre.
Caminamos
de vuelta a mi habitación—mazmorra. Me dejó encerrada…con él dentro.
-Mackenzie…
¿cuál es tu juego?
-¿El mío?
Ninguno, más bien, el tuyo… porqué nos encerraste, podías preguntarme todo desde
fuera, ¿me matarás en secreto?
-No.-Me
miró.
-Largo, ya
me oíste, no tengo juegos. Puedes irte.
-No lo
deseo-dijo con ojos brillantes.
-¿A qué te
refieres?
-Quiero
preguntarte algo… ¿recuerdas algo de tu vida…pasada?
-¿Vida
pasada?-pregunté como si no supiera nada.
-Olvídalo,
bien. Así que no puedes sentir nada por ese perro, excelente.-mi rostro se
desfiguró por un instante. Ese perro, era Nate.
-¿De quién
hablas?
-De…nadie.
¿Quieres saber porque no te hago daño como a las demás?
-No es muy
necesario, pero bueno, dímelo.
-Porque te
amo-me quedé en un estado de shock—post—traumático.
-¿Qué?-se
mordió el labio.
-Te amo,
Mackenzie. Te amo…y yo siento… celos de alguien…que ya no conoces-hablaba de
Nate.
-Oh.-su
boca se aplastó contra la mía. Sus besos no se disfrutaban. Me quedé estática
mientras Gabriel, el vampiro al que todos temían…quien tenía relaciones…con
nuestra ama vampira y una relación inestable con Perongut, estaba enamorado de
mí y me estaba besando…